Tessa Múgica

RC.- Tessa, ¿Cómo fue tu infancia entre Madrid, Pamplona y San Sebastián?

Mi infancia la recuerdo mágica, en un mundo imaginario que convivía y se integraba con la realidad. Recuerdo lápices de colores, libros, visitas al museo del Prado y a exposiciones de la mano de mi padre. Recuerdo las largas tardes jugando en el Parque del Retiro, las riquísimas ensaimadas de “Mallorca” para merendar, los caramelos de “La Pajarita”, las casetas de Navidad en la Plaza Mayor.

No veíamos la televisión, así que pasaba las horas organizando tiendas, decorando objetos, jugando a las pasarelas de moda. La mayor parte de las veces jugaba sola, ya que crecí con tres hermanos. Esa soledad la vivía con alegría y mucha fantasía que me permitieron crear un mundo interior riquísimo. La etapa de Pamplona fue más bien de aterrizar y salir de ese mundo fantástico. Recuerdo las tardes viendo las corridas de toros con mi abuela materna, acompañando a mi madre en sus proyectos de decoración. Era un poco la mascota de su equipo de diseñadores y yo observaba y aprendía. Su grupo de amigos artistas, Elena Goñi, Akerreta, Faustino Aizokorbe, todos ellos rodeaban el mundo de mi madre y me nutría indirectamente de ello. San Sebastián es y será muy especial para mí. En mi memoria reviven su glamour y elegancia, la mar, el fantástico peine de los vientos de Chillida, esos paseos por la playa de Ondarreta en otoño contemplando la isla de Santa Clara, las largas charlas con mi padre desde el balcón de casa contemplando la bahía de la Concha, las visitas al estudio del artista Bikondoa, especialmente apreciado por mi padre...y esos cafecitos en el Café Iturralde de la Avenida, con Iñigo y su hermana siempre tan atentos y alegres...

RC.- ¿De qué manera influyeron tus padres en tu amor al arte, al diseño?

Crecí en una casa con gran sensibilidad a lo bello, a la estética, a las artes, a la literatura, a la espiritualidad, a la ética. Todo va unido. No hay belleza sin ética y la ética es clave en la vida personal y profesional, para mí no hay distinción entre ambas. Se vive en belleza, y eso se extiende a la vida profesional. No creo en los grandes arquitectos, decoradores o artistas que viven su vida diaria sin belleza. Mi madre, muy práctica, estaba siempre cambiando cosas en la casa, redecorando, reorganizando, analizando con gran sentido crítico y dando forma a nuestro gusto y a nuestro sentido común. Mi padre siempre nos hacía pensar y observar, lo visible y lo invisible. Nos leía cuentos que él mismo escribía para nosotros, nos despertaba con marchas militares prusianas, nos enseñó a rezar, nos enseñó a mirar. Lo recuerdo siempre escribiendo en su bureau día y noche, creando. Nos alentaba diciendo su ya famosa frase “¡Un muerto puede andar un kilómetro!” lo que venía a decirnos, no hay rendición, se continúa y basta.

RC.-¿Cómo transformaba tu madre un objeto en otro?

Mi madre es un espíritu transformador y generador de belleza. Tiene una fuerte energía vital, y ésta es creadora y no se limita sólo a un ámbito. Cuando nos juntamos nos metemos la una en el armario de la otra y experimentamos e intercambiamos ideas. Lo mismo en decoración, siempre estamos intercambiando opiniones, comentando cosas que hemos visto. Tenemos un lenguaje e intuición estética parecidas, así que con pocas palabras visualizamos lo que la otra tiene en la mente.

RC.-¿Cual es tu primer recuerdo del interiorismo y de tu primer contacto con el mundo del arte?

Mi primera apreciación por la decoración la recuerdo a mis 5 años. Veo a mi madre eligiendo un papel para mi habitación, fondo blanco con florecitas chiquititas azul índigo, tela para mi cubrecama en negativo del papel y una alfombra del mismo azul. Recuerdo el pensamiento de agradecer a mi madre no ponerme colores de niñita típicos. Disfruté mucho de esa habitación. Mi primer contacto con el mundo del artista lo tuve a los seis años cuando mi padre me llevó a que me hiciera un retrato un pintor llamado Pasajes. Fueron sesiones cortitas, como de quince a veinte minutos cada una. Recuerdo la curiosidad que sentí sin entender qué pasaba. Sentarse en una silla alta inmóvil para que alguien más te pintara...lo recuerdo como un universo de sensaciones de curiosidad y admiración.

RC.- De Madrid a Roma, y de Roma a Dallas...

Estudié Derecho en la Universidad de Navarra y tras graduarme me dí cuenta que nunca podría ser una buena abogada ¡porque me fijaba más en la decoración de los despachos que en los casos!. Así que decidí hacer un Master en Marketing Management en el Instituto de Empresa de Madrid. Allí me ficharon para trabajar en el Grupo de moda llamado Cortefiel en el departamento de expansión internacional con dos fabulosas compañeras que recuerdo con gran afecto, Samia Lahlou y Tatiana Santamaría. Pero aquello eran estadísticas, números y más números, la parte que más me gustaba de nuevo era la creativa, tras un par de años decidí ir a vivir a Roma, Italia. Aquellos años los recuerdo como un verdadero despertar a la vida, Roma es la ciudad más bella del mundo. Las fiestas de embajadas, los palacios de amigos, las exposiciones, la creatividad y el carácter italianos, son una fiesta de los sentidos y mi creatividad emergió totalmente allí. Al tiempo la vida me llevó a Dallas, donde desde el principio orienté mi carrera profesional al interiorismo.

RC.-¿Cuándo decides convertirte en una exitosa interiorista?

No siento haber elegido esta profesión, sino que más bien me eligió a mí. De algún modo siempre viví este ambiente de decoración, de literatura, de arte y belleza. En un momento dado de mi vida, se dieron las circuntancias y el impulso en mí de profesionalizarlo. Cuando algo pertenece a tu destino, las cosas fluyen, se luchan, se cultivan y fluyen. Al menos así fue en mi caso. Acabé estudiando interiorismo por pasión en un Community College de Downtown Dallas. Recibí premios, creé mi empresa el primer año de carrera, llegaron proyectos internacionales y lo demás es historia, mi historia, que se sigue hilando porque todavía queda todo por hacer.

RC.-Algún día “pasarán de moda”las antigüedades...

Eso pensaron muchas familias en los años 70 en España y tiraron o malvendieron los muebles de sus abuelos, que hoy se cotizan a precio de oro. Ahora están en alza los muebles “midcentury” muebles de los 50 y 60,...El buen diseño y la calidad permanecen, sean de la época que sean. Los diseños buenos de hoy son ya las antigüedades del futuro. Hay que tener ojo para verlo. El pensamiento “pasará de moda”es fruto de una sociedad de consumo que desprecia lo viejo, la historia. Usar y tirar. La tendencia y la moda están ahí para usarlas, para divertirse, no para esclavizarse. Hacer una decoración totalmente radical de tendencia es un suicidio para el cliente, que en cuatro años máximo se cansará y la decoración que pagó y antes se veía a la última, entonces se verá pasadísima. Yo soy de las diseñadoras que buscan permanencia, no quiero por mucho dinero que me paguen, ser una diva que obliga a sus clientes a tirarlo todo y empezar de cero cada pocos años. Simplemente no me parece ético. De hecho recuerdo el caso de un potencial cliente que acababa de hacer una obra de baños impresionante, y que me llamó para que tirara todo porque no le convencía. No había ningún pero, era puro capricho. Me negué. Esas excentricidades no son para mí.

RC.- ¿En qué consiste una buena decoración?

En mi opinión se tiene que tener en cuenta la función y emoción del espacio y sus habitantes a nivel pasado (que quieren que permanezca), presente (que tipo de vida llevan) y futuro, la más importante para mis diseños (dónde desean dirigir su vida) y esto lo aplico tanto para proyectos residenciales como comerciales. Como decía antes, para mí la vida personal y pública es una. Somos seres humanos, todos iguales, que buscan el equilibrio en su vida, cada uno a su forma y en sus circunstancias. Yo soy como el hada madrina que ayuda al cliente a cumplir con esa visión o ayudarle a crear esa visión del espacio si no la tiene. El espacio tiene que reflejar el espíritu del cliente. Si no, no es decoración, es stagging, escaparatismo del diseñador, y eso no es decorar.

RC.- ¿Cuál fue tu primer proyecto?

Mi primer proyecto llegó comenzando la carrera de interiorismo, antes incluso de abrir mi empresa, Una amiga mía abría su clínica dental y me contrató para diseñársela, ¡de esto hace ya once años! Desde entonces llegaron muchos proyectos de clínicas, despachos de doctores y spas. Después por supuesto residencias, restaurantes, galería de arte, boutiques, hasta un parque temático infantil, muy divertido y fascinante.

 RC.- Qué papel juegan las fotografías en la actual decoración?

Creo que hay que hablar de dos tipos de fotografía, la artística y la familiar. Hoy en día hay tendencia a poner menos portaretratos familiares porque hay pavor al exceso, pero creo que es bonito rodearse de memorias que te inspiren, personas a las que quieres, Fotos bien seleccionadas y colocadas en sitios claves funcionan muy bien.  En cuanto a la foto artística creo que como cualquier obra de arte, dependiendo de la calidad de la misma y del formato que tenga, podrá ser un buen apoyo alrededor del cual decorar un espacio o no. Sin duda al vivir en la sociedad de la imagen digital, la fotografía adquiere cada vez más importancia en las paredes de muchos clientes.

 RC.- En la actualidad existen varios estilos, el minimalista, barroco, maximalismo, nuevo romanticismo, etc... ¿Cual es tu preferido?

Todos y ninguno. Mi estilo es el buen gusto, el equilibrio y cualquier estilo puede ser genial, si equilibrado. Lo demás si es maximalista o minimalista, lleno de color o monocromático no importa. Puede no ser incluso mi estilo y reconocer una decoración como buena. Pero para eso, hay que afinar el ojo, como en el arte. No por ser arte conceptual es bueno, aunque hay arte conceptual bueno, para distinguirlo hay que educar el ojo. Lo mismo en la decoración. El minimalismo puede ser minimalismo genial, o minimalismo facilón que oculta falta de creatividad, conocimiento e imaginación. Yo voy por etapas. Ahora mismo tiendo a no ser minimalista. La vida es demasiado corta para eso.

RC.- Cómo manejas los proyectos nuevos y cúal es el próximo?

Todo proyecto comienza escuchando al cliente y al espacio. Después una visión, una inspiración que surge de la forma más inesperada, como un hilo que cae del cielo del que tiras y Boom! cae un telón ante mí en el que todo está perfectamente definido y diseñado y ya solo queda el trabajo de hacerle ver esa visión al cliente y ponerla en práctica. Actualmente estamos trabajando en varias residencias en Dallas y en la apertura del segundo restaurante Anastasia en el D.F.

RC.-Quién es Tessa Múgica?

Eso mismo me pregunto yo todos los días y trato de redefinirlo. El factor que permanece siempre es que soy un ser humano que ama a Dios profundamente, que se pregunta y que busca.



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